Recientemente, tuve la oportunidad de visitar Santiago de Chile, una ciudad vibrante que combina modernidad con historia, rodeada por la majestuosidad de los Andes. Desde el momento en que llegué, supe que iba a ser una experiencia inolvidable.
La calidez de su gente y la diversidad cultural me hicieron sentir como en casa desde el primer instante.
Mi aventura comenzó en el Hotel Concha y Toro, un establecimiento que se encuentra en el corazón de la ciudad. Me recibieron con una sonrisa y la atención durante toda mi estancia fue impecable, siempre dispuestos a ayudarme con recomendaciones y asegurándose de que tuviera todo lo que necesitaba.
Una vez instalado, decidí explorar Santiago. Comencé mi recorrido en la Plaza de Armas, el corazón histórico de la ciudad. Aquí, pude admirar la impresionante Catedral Metropolitana y observar a los artistas callejeros que llenan el lugar con música y color.
La energía de la plaza es contagiosa; es un lugar donde tanto locales como turistas se reúnen para disfrutar del ambiente.
Después de un rato, decidí subir al Cerro San Cristóbal. Tomé el funicular, que ofrece vistas espectaculares de la ciudad mientras asciende. Al llegar a la cima, quedé maravillado por la vista panorámica de Santiago con los Andes como telón de fondo. Pasé un tiempo allí, disfrutando del aire fresco y tomando fotografías antes de descender nuevamente.
Al regresar al hotel, me esperaba una cena en el restaurante del Concha y Toro. La experiencia culinaria fue excepcional; disfruté de un delicioso ceviche seguido de un asado típico acompañado de un vino local. El servicio fue impecable, con el personal atento a cada detalle.
El día siguiente lo dediqué a explorar los barrios bohemios de Santiago, como Bellavista y Lastarria. Bellavista es conocido por su vida nocturna vibrante y su arte callejero colorido. Me detuve en varias galerías y tiendas artesanales antes de disfrutar de un café en una terraza soleada. En Lastarria, visité el Museo Bellas Artes y paseé por sus calles llenas de encanto.
Una visita a Santiago no estaría completa sin explorar su gastronomía. Así que decidí hacer una parada en uno de los mercados locales: el Mercado Central. Aquí probé mariscos frescos y disfruté del bullicio del lugar mientras los vendedores ofrecían sus productos frescos a los transeúntes.
Mi último día en Santiago lo pasé visitando Viña del Mar y Valparaíso, dos destinos cercanos que son perfectos para una escapada desde la ciudad. La belleza costera y las coloridas casas sobre las colinas de Valparaíso fueron impresionantes y cerraron mi viaje con broche de oro.
En resumen, mi experiencia en Santiago fue enriquecedora gracias a su cultura vibrante, su gastronomía deliciosa y la atención excepcional del Hotel Concha y Toro. Sin duda, este viaje me dejó recuerdos imborrables y ganas de regresar para seguir explorando todo lo que esta maravillosa ciudad tiene para ofrecer.
Si buscas un destino donde puedas combinar historia, naturaleza y lujo, Santiago es definitivamente una opción imperdible.
Enrique Kogan